08 mayo, 2010

A Silva el cambio le ha venido bien

La ciudad de los Vientos le trajo buenos aires En diciembre del año 2009, previo a los días de navidad, los Marineros de Seattle decidieron hacer movimientos en su club. Tal cual como lo venían haciendo la mayoría de los equipos. Uno de ellos involucró al lanzador criollo Carlos Silva, a quien parece el equipo de Seattle le perdió la fe y prefirió dejarlo en libertad. Carlos había venido en picada desde hace algunas temporadas. A pesar de no ser un lanzador dominante en toda su extensión en cuanto a efectividad, ganados y perdidos, era un caballito de pelea en el cuerpo de lanzadores de los Mellizos de Minnesota. En el 2005 puso sus mejores números en las Mayores, considerando las nueve victorias y ocho derrotas, lanzó 188.1 episodios muy buenos, con un destacable control que arrojó 0.4 bases por bolas por cada nueve episodios trabajados. Incluso, lideró la cantidad de ponches por cada base por bola que regaló con 7.89, mejor que los números de su entonces compañero de equipo, Johan Santana, en ese año. A partir del 2006, después de su primera participación en el Clásico Mundial de Béisbol, las temporadas de Carlos Silva han sido una pesadilla. Todos sus números se han venido a pique. Sus porcentajes de victorias y derrotas se han inclinado hacia el peor lado de la balanza y su control había perdido totalmente el rumbo. Durante tres temporadas consecutivas ha tenido récords negativos. La efectividad sobrepasa, y por mucho, las cuatro carreras por cada nueve tramos trabajados y su relación de boletos y ponches ha disminuido una enormidad hasta llegar casi tres. En el 2009 casi no participó con los Mellizos por una lesión que lo alejó desde los primeros días de mayo hasta mediados del mes de setiembre. Después de eso, el futuro de Silva era desconocido y sin aires de tomar un buen rumbo. Al parecer algo bueno tendría que estarse arreglando para él, cuando los Cachorros de Chicago decidieron aceptarlo por Milton Bradley. ¿Qué? ¿Por Bradley? ¡Ay que estar loco!, pensamos muchos. Si bien es cierto que Silva no es una súper estrella, ser cambiado por Bradley tenía que ser bochornoso. ¿Por qué? La actitud de ambos en el terreno no se compara. Uno es respetuoso, el otro es conocido por su malcriadez en el campo. Muchos comentamos que la prensa de los Chicago, esa que tanto molesta a Ozzie Guillén, terminaría de destruir a Silva, debido a que no se compara con la pacifista y bien hablada de Seattle. Otra de las cosas que podría hundirlo era el tipo de mánager. Lou Piniella siempre ha sido explosivo. Nunca se ha quedado callado y ha mostrado unos buenos espectáculos al discutir con los umpires. Por su parte, Wakamatsu, se le ve la cara en el terreno si acaso cuando va a cambiar a un lanzador. ¿Por qué comentar todo esto? Simple. Las cosas han sido totalmente lo contrario, al menos para el criollo. Mientras Bradley le dijo a su mánager. "Empaco mis cosas. Me largo de aquí" en uno de los últimos encuentros, Silva le pide a Piniella que lo siga dejando lanzar. Que le brinde más oportunidades que esta seguro de poder hacer el trabajo. Eso sí, no lo ha hecho cara a cara, pero si con sus salidas. Terminó abril con una de las mejores efectividades en la Liga Nacional con 1.73 en cuatro aperturas y con perfecto récord de 3-0. ¿Bradley? .214 de promedio, dos jonrones y 12 remolcadas, y un viaje con un terapista que le permita trabajar sus emociones. Ojalá Silva pueda mantener su ritmo de trabajo y que los resultados de sus últimas salidas, donde ha visto aumentar su efectividad de 1.73 en abril a 3.50, no lo pongan a pensar más de la cuanta y que pueda mantener ese control que lo convirtió en uno de los lanzadores más dominantes de la Liga Americana y las Grandes Ligas, unos años atrás.

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