27 agosto, 2017

Odubel Herrera: "Llegar a las Grandes Ligas me permite vivir un sueño"

Luego de hacer historia en su primera temporada en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, Odubel Herrera nos recibió en su casa. Vive en un pueblo llamado San José de Heras, al sur del estado Zulia. Queda en los límites del municipio Sucre y el estado Mérida. Esa temporada, la 2.014 - 2.015, marcó un antes y un después para él. En Venezuela fue Campeón en Bateo, Novato y Jugador Más Valioso, algo único en la historia. Esto conocimos de "El Torito" cuando lo visité para Panorama

Gerardo Boscán Villasmil

Foto: Reinaldo Vilchez
“Todo lo  que ves aquí: mi techo de zinc, mis paredes, mi pescado frito, agüita de coco, mis primos y amigos, en este calorón con mi familia, con el sonido del Lago golpeando el muelle a la entrada del pueblo... esto es Odúbel Herrera.

Siempre me ha gustado hacer deporte,  estar para todos lados haciendo algo. Es una de las razones por la que me decían ‘El Torito’ desde pequeño. ‘Siempre ha tenido ese cuerpo, papia’o, decía mi mamá, Iris.

Cuando era chamo tenía la casa patas pa’ rriba. Para practicar agarraba cualquier cosa que encontrara en la casa: los jarrones, cuadritos, cualquier cosa para ponerme a batear. A veces los rompía, otras veces no.

Intentaba ver los juegos por televisión con mi papá, Odúbel. Apenas llegaba a la casa, cansado del trabajo, le pedía que me los pusiera. Hasta que no los conseguía no paraba de decírselo.


 Jugué mucho voleibol. ¡Muchacho! Me gustaba saltar, rematar. ¡Pum! Reventar duro la pelota contra el piso. José Martínez me ayudó mucho en eso. Él es como mi papá deportivo. Me entrenó. Y fuimos tan buenos que viajamos hasta Argentina para representar al país.  ¡Qué gozadera! Es algo muy bonito, poder representar a tu gente.

Jhonny González fue quien me puso a jugar pelota, junto con mi papá,  como a los 14 años. Me vio y nos dijo que tenía talento para eso, para jugar béisbol, pues. Le pidió permiso a mis papás para llevarme a Nueva Bolivia, un potrero que había por ahí, a practicar. Era cerca de la casa y el único estadio donde se podía hacer en aquel tiempo.

Página original en Diario Panorama. 

Me iba sin pantalón ni camisa, con lo que tenía, que tampoco era mucho. Siempre estaba fajado agarrando pelotas. Casi nunca le daba chance a los demás (risas). Las quería agarrar todas, en cualquier posición.

 Yo firmé como campocorto y ahora soy jardinero central, algo que me gusta mucho porque me da la libertad de correr, cubrir mucho espacio. 

Con La Guaira, el mánager (Buddy Bailey) me mandó a la paralela porque en la segunda base cometí dos errores en el primer juego (risas). Después me compuse, pero me hizo bien el cambio.
El primero que  me vio para poder firmarme fue Raffi Saab, cuando él estaba como scout con los Rangers. Siempre le decía a mis papás ‘ese muchacho es mío.. Es mío, mío’ y no me soltó. Dijo que me sacaría de aquí de mi casa para llevarme fuera del país para que me desarrollara, y así hizo. Según decía, y yo medio entendía, andaba loco con todo lo que podía hacer en el campo.

José Aguiar también me entrenó para que me pusiera ‘ready’ para firmar en julio. Eso fue como en el 2008. Pero antes de eso, un poquito antes, César Suárez también me había puesto el ojo, pa’ llevarme pa’ los Yankees. Pero a la final me fui a la República Dominicana, con Texas. Con ellos empecé.

  Eso me pegó bien feo. Estaba solo, sin nadie conocido. No fue fácil. 

 Mi mamá, cada vez que hablábamos, me decía que me fuera pa’ la casa. Que estuviera con ellos. Yo les decía que se aguantara, que donde estaba haría mi futuro. Ya los tiempos de fugarme de casa para jugar pelotica de goma habían terminado. Tenía que meter mano en eso. Eso sí, no lo hice hasta que terminé los estudios en el bachillerato. Creo que habría sido un abogado, pero con estos pelos no me iban a dejar defender a nadie (risas). Mami aún me regaña, pero tiene que meterse en el “flow” (risas). Creo que habría estado en educación física, siempre haciendo deporte.

Me pegó mucho el idioma, sobre todo para comer. Yo veía lo que quería y señalaba para que me lo sirvieran. Pero nada en el mundo como la carne con coco que me prepara mi mamá. Y yo comiendo hamburguesas por allá. Eso no era vida papá (risas).

Una de las veces que pude venir el avión no pudo aterrizar en Maracaibo. Mis papás me contaron que se desesperaron porque nos llevaron para otro lado. Qué susto pasaron. Pero esas cosas nos unieron y me motivaban a trabajar más fuerte y mejor que antes.
Estar en el nivel donde me encuentro me llama a no ver esto como antes, como una diversión. Pero debo disfrutarlo para poder hacer lo que hago de la forma que todos me conocen. 

 Llegar a grandes ligas solo me permite vivir un sueño, pero ya este deporte es un sueño y ahora un trabajo que debo hacer.

Siempre me motivó David Concepción, escuchaba mucho de él. Aunque nunca lo vi jugar, imaginaba que era alguien importante para que le dijeran “Rey”. A otro que sí vi, por televisión claro está, es a José Reyes. Tiene esa chispa para jugar como me gusta a mí. También a Carlos González. 

Durante la entrega de los premios en Venezuela pude conocer a Víctor Davalillo, me dijo que era el líder en imparables... Lo será hasta que yo lo supere (risas). Me dijeron que tiene muchas marcas, al igual que Robert Pérez. Que es imposible que yo las rompa. ¡Va pues, como si yo fuera mocho! (risas). No es por fanfarronear, pero estoy seguro que, si me lo propongo, lograré eso y más. Esto que hago es por alguna razón que la vida me dio y quiero disfrutarla y aprovecharla al máximo, respiro esto y de esto quiero vivir. 

A mí me gusta mi trabajo, jugar mi pelota como la aprendí en casa. Y con ella espero poder alcanzar mis metas. Primero por mi familia, por mi hermano que también está jugando pelota. Por mi gente en mi pueblo que siempre me han tenido presente y apoyado.

El béisbol es mi vida, es algo que no puedo explicar en palabras pero sí en lo que hago en el campo.

 Terminé jugando béisbol porque el tamaño no me ayudaba a seguir en voleibol, supuestamente. Yo jugué hasta futbolito, aquí mismito, a lado de la casa. Pero mi mamá se ponía nerviosa. No le gustaba porque era muy violento. ¡Ah pues! Yo me la pasaba porteando todo el tiempo, pero a ella no le gustaba. ‘Es muy violento’, decía mi mamá (Risas).

Endy Chávez, otro de mis ídolos, me dijo algo que  me agradó, y aplicaré siempre: bateando o fildeando, corriera con intensidad. Así quiero jugar mi pelota y vivir mi vida: intenso, entregando y disfrutando todo”.

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