13 enero, 2016

Omar Vizquel: “Kenny’ hacía lo que quería en el campo”

Omar Vizquel narró desde Seattle su experiencia con Ken Griffey Jr. como compañero y rival. “No tenía límites, podía dar un jonrón o atrapar la pelota para ganar”.

Vizquel: "No había pared tan fuerte ni alta que detuviera
a 'Kenny'. Lo podía hacer todo, y de manera perfecta".
La magnificencia de Ken Griffey Jr. a lo largo de su carrera en las Grandes Ligas quedó confirmada el pasado 6 de enero con la votación de 437 periodistas que lo eligieron al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. 

Omar Vizquel tiene grandes historias que contar gracias también a una tremenda carrera de 24 años. Sin embargo, una de las más especiales, será  la que  incluya el comienzo de su carrera con los Marineros de Seattle, a mediados de los años 80, al conocer al hoy inmortal George Kenneth Griffey Jr., mejor conocido por él como “Kenny”.

“No era necesario esperar que Ken Griffey Jr. llegara a las Grandes Ligas. Donde se parara se sabía que iba a ser una estrella del béisbol. Desde que llegó a la instruccional hasta clase A donde jugamos juntos, se vio de una vez que iba a ser un pelotero especial en todos los sentidos”, expresó el excampocorto venezolano desde su casa, en Seattle, vía telefónica a PANORAMA.

“Podía hacerlo todo: fildear, correr, robar bases, batear para poder, average, las agarraba todas. Desde que lo vimos por primera vez dijimos que iba a ser un “Hall de la Fama”, expresó con firmeza, como fue el juego de ambos durante su carrera de más de dos décadas.

En el ambiente donde Griffey Jr. y Vizquel estuvieron juntos todo era jovial, relajado. “Nosotros le decíamos Kenny. Otros le decían Jr., por su papá”, comentó. “Sabíamos de sus facultades desde los 17 años cuando firmó con el equipo”. 

La grandeza del nacido en Pensilvania quedó demostrada, y en la historia, luego de convertirse en el pelotero con mayor porcentaje de votos con un admirable 99.32%. 

“Algunos peloteros cuando llegan a las mayores tienen miedo, sentíamos temor por cómo actuar. Él no, él actuaba como si fuera dueño de las Grandes Ligas, con una confianza enorme sobre sí mismo”, recordó con admiración el ganador de 11 Guantes de Oro acerca de un ganador de otra decena, pero como jardinero, todos consecutivos. Vizquel obtuvo nueve seguidos. ¡Vaya par!

“Recuerdo que el día de nuestro debut a los dos nos preguntaron si estábamos nerviosos. Por su puesto que yo sí, él lo agarró de broma”, contó. “Yo no tenía a mi papá que jugaba en Grandes Ligas, ni era el primero en ser escogido en un draft. A mí sí me pegó”, continuó Vizquel, quien haciendo memoria recordó que cometió un error en su primer lance, y no dio imparable. 

“Él sin embargo se paró y le dio doble a  (Dave) Stewart que era el mejor de la liga en ese momento, según decían”, siguió. “Eso a él no le importaba, le daba palo a cualquiera”.


El posible segundo venezolano con una placa en Cooperstown no ocultó la satisfacción que tuvo al compartir con el Más Valioso de la Americana en 1996. “Kenny cada vez que salía al terreno tenía que hacer algo extraordinario”, rememoró. “Tenía que hacer una jugada, un out en home desde lo más profundo del jardín central, un jonrón para ganar. Siempre estaba envuelto en las jugadas importantes. Es una de las cosas que lo caracterizó, que siempre se echaba el equipo al hombro”.

El capitalino envió un mensaje muy particular a través de su red social en Instagram (@omarvizquel13) para felicitarlo, llamándolo “feo”. “Es que siempre me echaba broma porque me decía el feo o el feíto. Como no hablaba español solo decía unas palabras. Yo le decía que se viera al espejo, que él era tres veces más feo que yo”, dijo entre risas el ahora coach de los Tigres de Detroit.

El número 24 de Griffey Jr. será retirado de todos los niveles
de la organización, desde las menores hasta MLB.
La confianza y superioridad del bateador de 630 jonrones y 2.781 imparables en su carrera era tal que, al menos en el tiempo que Vizquel compartió con él, jamás lo vio prepararse para salir al juego.

“Cuando entrábamos a los “meeting” para saber sobre los lanzadores que enfrentaríamos se acostaba y quedaba dormido en el sofá, no escuchaba nada de eso porque era una súper estrella. Muchos se lo reclamaban y él decía que no necesitaba escuchar nada. Cuando se paraba en el home, daba tres hits y no se sabía nada del lanzador, no le importaba quien lanzará en su contra”, narró.

“Tenía eso en el juego que lo hacía imparable, un tipo que se paraba y tenía mucho que dar”, analizó.
“Para mí, hubo alguien muy especial que fue Ricky Henderson. Él se convirtió en uno de esos (jugadores) porque no sabíamos cómo pitcharle. No sabíamos cómo pararlo en las bases, son tipos especiales que no van a pasar de moda en los próximos 100 años. Para mí, ‘Kenny’ fue el Henderson de la época. Imagino que Bonds fue igual en sus primeros años. Son personas súper especiales, lo podían hacer todo. Era el "show" de las Grandes Ligas”, comparó.

A pesar que Griffey Jr. era hijo de Ken, miembro de la temible “Maquinaria Roja” de los años 70 y 80, fue un tipo corriente en el comienzo de su carrera. Vizquel, al momento de tener su placa en Cooperstown junto con la del hoy jardinero, espera poder recordar sus primeros años. 

Vizquel: "Una de las cosas que lo caracterizó era que
siempre se echaba el equipo al hombro".
“Me va a traer gratos recuerdos. “Los principios nunca se olvidan en este juego. Las cosas que pasábamos, sin dinero, irnos en el mismo autobus, rentando casa con cuatro compañeros”, relató con nostalgia. “Es bonito saber que jugaste con otros peloteros que están en el Salón de la Fama, que debutaste con peloteros que hoy son inmortales. Te pones a ver y apenas fueron dos o tres que fueron especiales y a veces no conviviste con él y no aprovechaste ese tiempo, te arrepientes porque no tuviste una conversación  adecuada”.

En su segundo año en ligas menores (1988), el hoy inmortal atentó contra su vida con una importante ingestión de aspirinas por un caso de depresión e ira. Nunca se tocó el tema dentro del equipo cuando Vizquel estuvo ahí. “Hablaba de su hermano (Trey) que iba a ser un gran futbolista, de su papá cuando estaba en la maquinaria roja, que él conocía a David Concepción y le decía "feíto" Concepción”. 

A pesar de su fama y manera de ser, tuvo su dosis de egocentrismo. “Creo que era un poquito cerrado con los aficionados, era difícil agarrar un autógrafo de él porque siempre se la pasaba dentro del club house para que la gente le molestara”.



“Manos de seda”, líder en indiscutibles para un venezolano en la MLB, siempre admiró su capacidad de bateo. “No agarraba a práctica, se decía cansado y no tomaba práctica, se quedaba echando broma con todo el mundo y luego conectaba tres o cuatro imparables, un jonrón. No necesitaba preparación alguna para tomar el reto de llevar un juego adelante. Cuando uno necesita levantar pesas, él no lo hacía. Era un tipo totalmente natural, con un swing bellísimo, de tiempo y rapidez increíbles. Además con un movimiento de upper cut, como el de los boxeadores, de abajo hacia arriba. Era muy lindo, incluso, cuando fallaba en strike, se veía bien. Toda su mecánica de swing era perfecto. Era un tipo impecable sin debilidad alguna”. 

Uno de los secretos de Omar Enrique fue su preparación para salir al terreno. Se cuidó antes, durante y después de los encuentros. Su excompañero ni se estiraba. “Se la pasaba sentado echando chistes antes de los juegos. Sin embargo, hacía todas esas cosas extraordinarias. Quizás una de las cosas que le afectó cuando superó los 30 años fue eso, que no entrenó su cuerpo y por eso vinieron tantas lesiones”, reflexionó. 

Ante los ojos del excampocorto de los Leones del Caracas “Junior” siempre estuvo feliz, sin frustraciones. “¿y cómo? Si siempre bateaba, hacía algo bueno. Muy complicado verlo en un momento depresivo en el campo”. 

Pero en la memoria de Vizquel siempre habrá algo imborrable, por encima de las atrapadas y los batazos. El momento cuando lo vio jugar junto con su padre en las zafras 1990 y 1991.
Un joven Omar Vizquel observaba desde la izquierda ese
mágico momento que solo dos veces ha ocurrido en la MLB.

“Fue algo increíble y pienso que no se va a dar nunca más en las Grandes Ligas, menos en la magnitud de los personas que ahí actuaron. Yo tuve el inmenso placer de jugar con ambos en el mismo terreno. Cuando él bateaba detrás del papá le decía 'vamos papá, embásate para mí, quiero empujarte en carrera'. Cuando le quitaba los elevados viniendo desde el centro al jardín derecho, se reía con él. Eso era algo fenomenal. No va a haber muchas personas que puedan vivir eso como ellos. Cómo decirle a tu hijo la manera que pueda actuar”.

Omar sí pudo tener algo como experiencia en una brillante carrera en las Mayores por encima de Griffey Jr., participar en una Serie Mundial, aún sin tener números de leñador como los de Ken. "Fíjate lo complicado del béisbol, es que con todos y esos númeritos nunca llegó a una Serie Mundial. La ironía de los númeritos", completó.

Publicado en diario Panorama el 12 de enero de 2016.

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